viernes, 19 de junio de 2009

Redención imposible.




Siempre creímos en ti, esperamos que te recuperaras, que lucharas por tu vida. No esperábamos que perdieras tu genio, tu intuición, esa perspicacia holmesiana que te distinguía del mundo y te concedía patente de corso en las relaciones personales.

Fuiste sincero, cruelmente sincero, porque la hipocresia del contrato social no encaja con tu dolor, con tu sufrimiento. Y lo fuiste hasta que no pudiste más, pero no podías mentir sin dejar de ser tú, así que te mentiste a ti mismo y soñaste la vida que querías, la vida que deseabas para ti mismo. Inventaste un final feliz, un final de ensueño en el que el detective besaba a la chica y resolvía todos los misterios.

Pero el sueño termina y el despertar es duro, la realidad es fea y tiene forma de pastilla de vicodina, de droga maliciosa que se introduce en tu cerebro y lo corrompe, destruye tu visión y te vuelve inútil.

Termina la temporada de House y House ha muerto, deja huerfano a un equipo de buenos médicos que por primera vez estarán solos ante el peligro, abandonados por el genio de la lampara.

El regreso de la muerte nos traerá un nuevo House o veremos al viejo House, resucitado por la magia de su inteligencia, resolviendo el misterio definitivo que se oculta dentro de su mente.

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