miércoles, 29 de octubre de 2008

Muertos Vivientes. La calma antes de...

Decir a estas alturas que Robert Kirkman es un genio, solo es señalar lo obvio. Su forma de tratar a los personajes, su forma de presentarlos como personas reales es inigualable para cualquier guionista actual. 

Kirkman coloca a sus personajes en una nueva posición, libres del peligro de los muertos, seguros en su prisión, provocando reacciones, descubriendo problemas que el instinto de supervivencia tenía adormecidos. 

Si en el número anterior exploraba la maldad, de la que es capaz el hombre en una situación límite, en este explora la desesperación. 

Desaparecido el miedo, los sentidos animales se aletargan y surgen los sentimientos humanos. Planes de defensa, expediciones de exploración, practicas de tiro. Cuando dejas de temer por tu vida, empiezas a planear como mejorarla, como avanzar, como recuperar tu sitio en el mundo. 

Una boda, el nacimiento de un niño en un mundo donde solo hay muerte, un huerto que por fin da frutos, pequeñas victorias para nuestros desesperados amigos. Y pequeñas derrotas, que le costaran la vida a uno de ellos. 

El amor, la locura, la confianza, los celos, el rencor. Personas intentando buscar una sensación de normalidad, en un mundo en el que los muertos caminan, y siempre caminan hacia ti. 

El final de este tomo es un nuevo giro, un nuevo cambio brusco de rumbo que te deja sin aliento, sabiendo que cuando vuelvas a leer, que cuando salga el siguiente numero ya nada volverá a ser igual.

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